¿En qué consiste la oseointegración de los implantes dentales?
Introducción
La oseointegración consiste en la íntima conexión que ocurre entre el implante dental y el hueso del paciente. Es importante que esta integración mantenga algunas características entre ellas, que sea directa y funcional y que además perdure en el tiempo. La importancia de la oseointegración es parte fundamental de la cirugía de implantes dentales. Actualmente, el material que se utiliza en la fabricación de implantes dentales es el titanio. El titanio, es elegido por científicos y ha sido estudiado durante varios años llegando a la conclusión de que es uno de los materiales que presenta mayor biocompatibilidad y resistencia. Otra de las características significativas de este material es que el dióxido de titanio genera una capa inerte y estable sobre su misma superficie. Esto lo otorgará una alta resistencia y fortaleza, trayendo como resultado facilidad de masticación al paciente, entro otras ventajas. El contacto con el aire del metal titanio hace que se genere en su superficie una capa de dióxido de titanio. Este material es bio-inerte, lo cual significa que no producirá rechazo en el organismo del paciente. Además de esta reacción química, el titanio presenta propiedades mecánicas muy positivas, que incluyen una dureza superior a cualquier otro material y un módulo elástico muy similar al del hueso humano.
Hace algunas décadas, se implementó el uso de los implantes I.M.Z (de origen alemán). A partir de esto, se inició una época en donde comenzaron a tener preponderancia los tratamientos de superficie en los implantes. Su objetivo principal es el de aumentar el área de contacto entre el hueso y el implante acelerando de esta manera la oseointegración.
Otros materiales que también se han usado en la fabricación de implantes dentales han sido el óxido de aluminia (implantes de cerámica) y el óxido de zirconio. En la actualidad este último, se encuentra en proceso de observación, pero promete ser una innovadora respuesta a la fabricación de implantes dentales, debido a sus altas propiedades de oseointegración.
La oseointegración, permitirá que el paciente que ha sufrido la pérdida de una o varias piezas dentales recupere no solo sus propiedades funcionales (la masticación), sino también la belleza estética de los dientes.
El éxito de la oseintegración, depende en gran parte de una correcta realización de la técnica quirúrgica. Esto depende del diseño del implante, de la ausencia de procesos o reacciones inflamatorias durante el procedimiento y además de el tiempo en el que el implante es mantenido libre de cargas (esto es alrededor de 3 meses mínimo).
Antes de comenzar el tratamiento de implantes dentales, el profesional tendrá en cuenta si el paciente sufre de un encogimiento excesivo en el hueso alveolar. Esto podría deberse a factores como la vejez, el género del paciente y algunos componentes metabólicos. Es fundamental que el médico a cargo analice si el paciente sufre de este desorden, ya que en ese caso no podrá efectuarse la cirugía debido a la falta de estructura ósea. Sin embargo, existen formas de resolver este problema; una de ellas es por medio de la intervención quirúrgica la cual aumentará el tamaño de hueso de la mandíbula del paciente.
Antecedentes históricos
A partir de 1950, en Suecia, comenzaron los primeros estudios relacionados con la oseointegración por parte del cuerpo frente a organismos extraños. Esta investigación, determinó que el tejido óseo se adhiere fuertemente al titanio. Con los años, esto derivó en la creación de un implante con forma de tornillo realizada con titanio que se introduce en el hueso maxilar. Este tornillo, es capaz de sostener sustitutos dentales, creando así los implantes dentales que actualmente conocemos.
Etapas de la cirugía
El procedimiento se puede reducir en cinco etapas básicas que lo componen. La primera es la utilización de una anestesia local que será administrada por el profesional (la forma de administración de la anestesia, variará de acuerdo a cada médico). La segunda etapa es la de la instalación propiamente dicha del implante, sustituyendo la raíz natural del diente por el tornillo de titanio. En la segunda etapa encontramos la oseointegración, este podría resumirse como la cicatrización del implante. La oseointegración es un fenómeno biofísico que produce una unión molecular entre el componente titanio y la estructura ósea. La tercera etapa corresponde al sellado gingival sobre y alrededor del implante. Esta etapa es fundamental ya que corresponde al proceso en donde la encía adaptará al implante, integrándolo de manera que pase a ser un diente más. El sellado gingival significa la formación de tejidos blandos y suaves entorno al implante dental, además es la formación de la mucosa gingival que debe formarse en el cuello del implante. Por último, resta que el profesional coloque la prótesis dentaria o corona. Previo a esto el profesional deberá solicitar a un laboratorio especializado la confección del implante.
La oseointegración
Es imprescindible tener en cuenta que de no realizarse una correcta oseointegración, será muy difícil mantener el implante dental en la boca del paciente. El cuerpo humano, reacciona rechazando cuerpos extraños que son introducidos en el organismo, provocando reacciones adversas y posibles complicaciones. Es por esto que los implantes dentales son fabricados con titanio, el material que hace posible la biointegracion y elimina la posibilidad de un rechazo por parte del cuerpo. Además del uso del titanio, hay algunos implantes que, a pesar de ser fabricados con titanio son recubiertos con cerámica. El problema del empleo de la cerámica, es que es un material muy frágil comparado con el titanio y que tampoco posee mucha resistencia en las actividades normales que realiza un diente.
El proceso de oseintegración, no solo será fundamental para cumplir con la funcionalidad que debe tener un implante dental. La oseintegración permitirá que el implante tenga una larga vida útil.